No son formas

Llevamos unos días que la verdad nos dan pocas ganas de salir de la cama, sobre todo porque es desde allí desde donde echamos el primer vistazo del día a las redes sociales.

Las representaciones importan.

Y diréis: “¿De qué demonios están hablando estas ahora?”

Pues os lo decimos.

Llevamos unos cuantos años emocionadas y expectantes por la escultura que iba a erigirse en Londres a Mary Wollstonecraft, en la plaza donde estuvo la escuela para niñas que fundó la que es considerada como “la madre del feminismo británico”.

Feministas contentas en Londres en 2016 ante la noticia de una estatua en honor a Mary Wollstonecraft, sin saber lo que las depararía el 2020…
¡Mer, te echamos de menos!

Bueno, pues ese ansiado momento ha llegado y no ha podido ser más decepcionante. En lugar de encontrarnos una representación de ella, como lo era el graffiti que lleva años en esa misma plaza, nos hemos encontrado con que se ha optado por una escultura de una mujer desnuda que representa “a todas las mujeres”. Huelga decir que para empezar, una mujer que no sea blanca y delgada no se verá representada en ella.

Nuestra reacción ha sido:

“¿De verdad? ¿Otra vez con lo mismo? ¡&%#! ¡Qué es dedicada a Mary Wollstonecraft!”

Pero no… en su lugar nos encontramos una &%# alegoría más que perpetúa los mismos &%# estereotipos.

Muchas veces nos preguntan que por qué nos cabrean este tipo de cosas. Bueno, nos cabrean porque mantienen en el imaginario colectivo esa basura con la que las mujeres llevan luchando toda la historia. Las esculturas, homenajes, placas… lanzan un mensaje histórico y de futuro. Te hablan de quienes han construido las sociedades y de qué posibilidades tienen las personas de cambiar esas sociedades.

Por supuesto, si solo vemos hombres blancos heterosexuales y ricos tenemos claro el mensaje al que atenernos el resto de personas que no entramos dentro de esa categoría. Sin referentes es muy complicado que nos creamos que sí que podemos.

Por eso celebramos cada placa, cada estatua y cada nombre de calle, de estación de metro y cada homenaje que encontramos en nuestros entornos por pequeño que sea. Porque son mensajes de futuro y de celebración. De presencia y de resistencia.

Y por eso sabemos que cuando por fin esos homenajes suceden tenemos que velar por ellos. Porque siguen siendo incómodos y están en constante peligro. ¿Exageradas? No. Para muestra un botón:

Estos son algunos de los que ya hemos hablando, pero la cosa sigue… Hace unos días se lanzaba una campaña de micromecenazgo para la recuperación del “Monumento del Futuro”. Está situado frente al juzgado de Manresa y condena las actuales sentencias por agresiones sexuales, pero también representa el valor y el coraje de todas las mujeres. Pues a los pocos días de su inauguración fue vandalizado.

Y hace menos de un día las compañeras del colectivo RQTR denunciaban por twitter que unos nazis habían intentado borrar su presencia de la universidad atacando la placa que las reivindica como la primera asociación universitaria LGTB feminista, anticapitalista y antifascista del Estado español desde 1994.

Las agresiones a estos homenajes son la muestra de una misoginia y un fascismo rancio y peligroso que acecha ante una la representación de los feminismos y sus avances. Porque ponen en tela de juicio sus discursos, porque ocupan el lugar que por fin les corresponde.

Por eso nos ponemos así. Porque tenemos el derecho a ser representadas como somos: Diversas y reales. Porque no queremos que se repita una historia que nos deja fuera. Porque estas placas y esculturas son mensajes a futuro.

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